11 noviembre 2007

Don Gil Quinto Malaspina...

En una de mis acostumbradas travesías por la web, y mientras me ponía a tono con las últimas novedades periodísticas del pueblo, me topé con un artículo de La Nueva Provincia muy interesante sobre Sierra de la Ventana.

La nota, bastante escueta para variar, daba cuenta de la nueva señalización de la avenida Julio Argentino Roca, que acaba de ser rebautizada con el nombre de Gil Quinto Malaspina.

Más allá de la alegría por suprimir toda referencia a Roca, genocida comprobado, (todavía me parece increíble que existan calles con su nombre y se lo siga señalando como un héroe por haber masacrado a miles de indígenas) me parecieron dignos del aplauso los argumentos por los cuales la mencionada avenida pasó a tener otro nombre.

“La imposición del nombre de Gil Quinto Malaspina a la avenida responde -según la ordenanza aprobada por el Concejo Deliberante de Tornquist- ‘a la necesidad de otorgar un merecido reconocimiento a aquellas personas que supieron valorar y comprometerse con nuestra región’”, publica el matutino.

“El señor Gil Quinto Malaspina fue uno de los primeros colonos en la localidad de Sierra de la Ventana, y uno de los primeros empresarios más importantes del lugar, debido a que construyó el Hotel Velvedere, e instaló una despensa de ramos generales con el único servidor de nafta y la primera panadería con horno”, agrega.

Por otro lado, y según La Nueva Provincia, Gil Quinto Malaspina cedió a la comuna las tierras en las que “se construyó la sala de primeros auxilios, y en su momento efectuó una gran donación de materiales para la escuela primaria”.

Este reconocimiento a uno de los primeros pobladores de Sierra de la Ventana, a mi criterio, debería ser un ejemplo continuado. Principalmente, por lo significativo de los aportes que han hecho a la historia viva del pueblo. Aportes que, sin dudas, forman parte del camino personal de cada uno de los que somos hijos –por nacimiento o adopción– de la localidad.

Prueba de ello fue recordar que la primera vez que fui a Sierra de la Ventana, de vacaciones y antes de que mi familia decidiera radicarse allí, nuestra vivienda ocasional fue una cabaña llamada Malaspina...

Rememorar que luego, a los 10 años y en compañía de mi gran amigo de la infancia, Emiliano Fernández, tomábamos clases de inglés en el Belvedere (que para mí se escribe con “B” y no como publica el diario bahiense). El mismo lugar que luego dio lugar a uno y mil boliches bailables.

Y que mi hermana menor, María Sol, nació en esa sala de primeros auxilios que se levantó sobre las tierras cedidas por Malaspina. Sala en la que trabajó mi mamá, enfermera de pura cepa. A la vuelta de la escuela primaria en la que pasé la mejor infancia posible.

Estoy seguro que Gil Quinto Malaspina nunca imaginó lo que le deparaba el tiempo...


Las imágenes publicadas en esta entrada son obra de mi mujer,
Carla Serafini.

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